Hoy retomo el camino, la inquietud y el esfuerzo de escribir...
Amenazo, vuelvo a escribir en éste, mi blog, como una Reina Tuerta en un mundo de ciegos.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Y cada nueve de noviembre.

"Era feliz en su matrimonio aunque su marido era el mismo demonio. Tenía el hombre un poco de mal genio y ella se quejaba de que nunca fue tierno..."

¡Qué complicadas son las relaciones! Él, cuanto menos de difícil carácter, y ella, abnegada esposa, huérfana de amor y ternura, que oculta sus secretos como buena hija de vecino. Y... ¿eran felices? Por lo visto sí, eran felices.

Anoche, mientras preparaba la cena, escuchaba esta canción por no sé qué número de vez en mi vida. Y, como en las grandes obras, que esta lo es, nunca la ves igual, porque puede que tú no seas la misma y  ahora sí seas capaz de entender otras cosas. Ella es una mujer resignada con la vida que en "suerte" le tocó, y no, no voy a justificar que la historia suceda hace cuarenta años para entender su resignación. A diario veo gente resignada con esa misma "suerte". Ni seré yo quien la juzgue, o los juzgue. Cada uno labra su destino como mejor le parece o puede y porque además la receta de la felicidad no se sabe muy bien dónde está, si en luchar incansablemente o en aceptar. La cuestión es que ella ama a su marido y que probablemente sea feliz,  pero aún así la ilusión de enamorar, el gusto por gustar, el deseo de sentirse viva no desaparece. Y ahora recuerdo El arte de amar de Erich Fromm, que decía "el amado sólo puede representar aquellos objetos a los que amar". Obra que me regalaron por los ochenta y que, claro, tampoco entendí en su momento. Con la pasión de los veinte años piensas que la vida empieza y acaba en tu amor, y no entiendes que haya nada más al margen, nada más que amar, y, claro, así luego nos va como nos va. 
Hoy es nueve de noviembre. Y hoy me conmueve imaginar a ese hombre comprando ese ramito de violetas con el mayor de los sentidos de la palabra Amor. Él, en su torpeza y su tosquedad, sí sabe que ella necesita amar esos otros objetos que él sólo puede representar. Porque él tampoco sabe amarla de otro modo y también necesita sentir que la enamora otra vez. Porque él ha encontrado su propia receta para hacerla feliz y que su complicada relación funcione. Y porque, tal vez, lo importante sea como dice la canción "ser feliz de cualquier modo".