Hoy retomo el camino, la inquietud y el esfuerzo de escribir...
Amenazo, vuelvo a escribir en éste, mi blog, como una Reina Tuerta en un mundo de ciegos.

jueves, 28 de abril de 2011

Gracias, gracias, gracias.

Hoy es mi cumpleaños. Hoy cumplo 42 años y no recuerdo haber empezado un cumpleaños con más alegría que el de hoy, aunque quién sabe, el ser humano tiene tal facilidad para olvidar y recordar lo que le interesa que vete tú a saber. En cualquier caso, hoy me siento muy feliz, así que no vamos a investigar mucho de dónde procede no vaya a ser que lo estropeemos, que por las cosas buenas, como dice Serrat, más vale pasar de puntillas. Y esta felicidad estoy convencida que proviene del profundo agradecimiento que le debo a la vida, manifestada en tantas y tantas cosas y en tantos y en tantos de vosotros. Estoy viviendo una época de “despertares”, que los que estáis más cerca de mí podréis atestiguar y a los que en gran parte os debo. Y en estas nuevas realidades y en estos nuevos “descubrimientos” el que más pesa desde luego hoy es la certeza de que sin el apoyo, el acompañamiento y la incondicionalidad de cada uno de vosotros hoy no sería quién soy.
Gracias por estar ahí, gracias por todo lo que me dais, gracias por recordarme en esos días grises de lo que soy capaz e incluso a veces de quién soy.
Gracias, gracias, gracias.




jueves, 14 de abril de 2011

¡VIVA LA REPÚBLICA!

"Artículo 1. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones. La bandera de la República española es roja, amarilla y morada."



Hoy ha sido un día especial para mí en el cole. Hoy, tal y como les decía a los alumnos que me preguntaban, iba vestida de un tercio de la bandera española republicana. Y es que hoy iba de amarillo. Esto no ha ocurrido al azar. En estos días hemos estado recordando la fecha en clase y su relevancia histórica. A muchos, sobre todo los de secundaria, le sonaba sólo a nombre de serie de televisión, que, si lo miras bien, al menos es algo, mientras que  los de 2º de bachillerato, como se habían examinado de ella esta semana, estaban más receptivos a oir "batallitas" que a ellos les parecían muy muy lejanas. Pero mi sorpresa ha sido con algunos alumnos de 1º de bachillerato, que llevaban toda la semana animándome a hacer algo en este día. Así que se nos ocurrió venir con camisetas amarillas, rojas y moradas. Como anecdota contar que hoy dos niños me han traído camisetas amarillas, por si se me olvidaba la mía. Y, ante tanta ilusión, debo confesar que me he sentido muy emocionada. 
Estoy segura de que para ellos ha sido la primera vez que sacaban una bandera republicana a color por la impresora de su casa, la primera vez que se la pintaban en sus brazos y, muy probablemente, la primera vez que manifestaban y defendían una idea política. Por todo ello, hoy ha habido un brillo especial en sus ojos y en los míos.
Gracias a ellos he vivido el  14 de abril más comprometido de toda mi vida. Ellos me han recordado que hay días que tenemos la obligación de celebrar e ideas que defender, por muy obsoletas que nos puedan parecer a estas alturas. Tienen 17 años, unos maravillosos 17 años, toda una vida por delante, muchos 14 de abril que vivir, pero éste no se les olvidará, como tampoco a mí.
Me siento muy orgullosa de ser su profesora, muy esperanzada por ver una juventud que no es la que siempre nos venden y muy agradecida de haber encontrado mi lugar en el mundo.

martes, 12 de abril de 2011

Memento vivere

 
"¡Vértigo, que el mundo pare, qué corto se me ha hecho el viaje!".
Esta mañana me he levantado con resaca, con la mejor de las resacas. De ésas que vienen cargadas de letras, de músicas, de estribillos que no te puedes sacar de la cabeza. Y acompañada, por supuesto, de una preciosa sonrisa tonta, con la que habré dormido toda la noche puesta. Y es que hay cosas que no fallan.
Anoche tuve el placer de asistir al concierto de Ismael Serrano en el Teatro Lope de Vega, aquí, en Sevilla, en una ciudad que en primavera te invita a cualquier cosa menos a quedarte en casa. Empezó a las nueve y fueron tres horas y media ininterrumpidas de buena música, de mejores letras y de buen saber hacer.
Debo confesar que, aunque llevo años oyendo su música, desde aquel mítico Atrapados en Azul, nunca lo había oido en directo. Así que ayer  fue mi primera vez en algo, ahora que, como él dice, nos parece tan lejano y tan imposible poder vivir semejante experiencia.
La puesta en escena, como podéis ver en la foto, te atrapaba desde el primer minuto. Se asemejaba a una casa, a un salón, con su sofá, su aparador y su cuadro de Arthur Miller. Sí, ése que se casó con Marilyn. Siendo el hilo conductor de todo el espectáculo las historietas de los vecinos que habitan en dicha comunidad. Por cierto, qué vecinos, hay tanta humanidad en ellos, que al cabo de la noche es difícil no acabar enamorándote de alguno de ellos o, lo que no sé si es peor, reconociéndote en alguno.
El concierto lleva por título Acuérdate de vivir, y está tomado de las antiguas leyendas que aparecían en los relojes, como Memento vivere o Tempus fugit. Y sí, el tiempo efectivamente pasó, pero anoche y por unas horas fui la caperucita que quería volar, fui la adolescente que siempre recordará aquella huida, fui aquel pasajero del vagón que creyó reconocer a un antiguo amor, y fui esa loca republicana cantando Papá cuéntame otra vez y reivindicando la memoria del bando vencido. Y es que por algo estamos en Abril y su memoria vive en nosotros como aquella vieja leyenda del reloj. 
Gracias, Ismael.
              

miércoles, 6 de abril de 2011

Cara de tonta


"¡Me encantas, me encantas, me encantas!". Éstas y no otras fueron las sabias palabras que salieron de mi linda boca en el momento que la vi apoyada en la puerta de un local. Fue en Chueca, hace un mes, durante un paseo por el barrio y ante la mirada atónita de Jesús y algunos amigos que nos acompañaban. Ni siquiera me había atrevido a acercarme a ella, por aquello de la pesadez de los fans y de la cara de tontos que se nos debe de poner. Pero, por lo visto, poco me importó en ese momento, porque las palabras salieron de mi boca mucho antes de que pudiera pensarlas. ¿Qué maravilla, no?. A ella, a juzgar por su comportamiento y por la sonrisa tonta que también le iluminó la cara, pareció encantarle tal muestra de efusividad “controlada”. Y en ese momento seguí con mi locuaz verborrea y añadí: “Lo siento. Sé que estarás cansada de que te lo digan, pero te lo tenía que decir”. En todo esto, no olvidemos que yo seguía parada inmóvil en mitad de la calle y ella en la puerta del local. En ese momento, parecer una pesada, tener cara de tonta, que me temblara la voz y tener una dialéctica de un niño de infantil no parecía importarme en absoluto. Es más, por mí, y sin prisas le hubiese explicado a esa buena mujer toda mi teoría sobre que cuando tienes algo bueno que decir, no debes por nada callarte. Y en esa calle y ahí parada, ese lema era mi bandera, por lo que su respuesta no hubiese aminorado el orgullo que sentía por mí misma, por haberme atrevido a hablarle a ella, a una famosa,,, ahhhhh.
Pero, ingenua de mí, lo mejor estaba por llegar. Y es que ella, lejos de mostrarse indiferente, me dijo que no lo sintiera, que a ella le encantaba que se lo dijeran, y, a modo de confesión, que cuanto más años pasaban más lo agradecía y más bien le hacía oírlo. Y también fue ella la que insistió en que me acercara y nos hiciéramos una foto, ¡sin yo decirle nada!. Porque yo seguía ahí parada sin otra cosa que decir que “¡Es que te tenía que decir que me encantas, me encantas!”  y sin otra cosa que pensar que “¡qué wonderfull es la vida cuando nos dedicamos y atrevemos a decirnos cosas bonitas, nos conozcamos de algo o, como en este caso, de nada!”.
Y ahí teníais que haberme visto. Cuando volví a la “realidad”, cuatro calles después, me sentí muy bien, no sólo por la amabilidad con la que me atendió, y por el beso y la foto que me llevé de regalo. Sino porque, al menos, por esa vez y como en los sueños de un mundo ideal, podías pararte frente a un desconocido, quitarte todos esos parapetos que llevamos a cuestas, abrir tus sentimientos en canal y, encima, recibir de regalo un beso. Así, sin heridos, sin bajas en el frente. Y es que, tal vez, todo sea más sencillo y sólo es cuestión de arriesgarte a tener “cara de tonta”. Pero ¿no creéis que merece la pena?... Yo estoy segura de que SÍ.


Bibiana Fernández y mi "cara de tonta".