La fecha ocho de Marzo y varios informes de diferentes organizaciones mundiales nos recuerdan en estos días la situación real de las mujeres en nuestro país y fuera de él. Un día en el que todos y todas debemos especialmente reflexionar sobre todas esas leyes que limitan o, sencillamente, violan los derechos de la mujer en gran parte del mundo. Y todo por ser sencillamente mujer, una simple y llana cuestión de género que nos sigue relegando a un nada honroso segundo puesto, cuando de lo que hablamos es de libertad, dignidad o simplemente el derecho a nacer o seguir viva. Se han conseguido muchos avances en la igualdad entre hombre y mujer en los últimos años, eso es innegable pero no nos engañemos, no son los suficientes como para que se les llene, sobre todo, a políticos y jueces la boca hablando de igualdad, paridad y conciliación. No es cierto. Incluso en estos días también estarán los que gasten la tan consabida broma de "¿Y cuándo se va a celebrar el día del hombre trabajador?", como si la fecha del ocho de marzo no encerrara tanta lucha y tanta discriminación, como si una vez más fuese una bobada porque es "algo de mujeres". Señores, la condescendencia también mata. Cuidado con ella.
La ONG Equality now, todo un referente del activismo por la igualdad de la mujer desde 1992, ha publicado un nuevo informe con las leyes vigentes que violan los derechos de la mujer en diferentes puntos del planeta y donde se plasma la urgente necesidad de un cambio legislativo, que apoye y favorezca una mayor sensibilización y, por ende, un cambio en la sociedad.
El repaso a esas bases legislativas es escalofriante y el listillo de arriba que hace ese tipo de burlas, aparentemente nada ofensivas y por las que nadie en una reunión social lo condenaría, quizás debiera leerse el informe y comprobar cómo ser mujer en el siglo XXI sigue sin ser tarea fácil , porque la legislación bajo la que se regula su sociedad, esa que tiene la obligación de defenderla y ampararla como ciudadana de pleno derecho, es la misma que la denigra por el simple hecho de ser mujer. Tal vez, al principio estuviese hasta de acuerdo con algunas de esa leyes, como la de Rusia, donde no se permite a las mujeres ejercer trabajos que requieran un gran esfuerzo, sean peligrosos o perjudiciales para la salud, porque recordemos la mujer es inferior y hay que protegerla, que por ella sola no sabe. La pobre. Pero me gustaría saber qué pensaría sobre ese artículo en la India que declara legal la violación dentro del matrimonio, o el que al quedarse viudas las despoja de todo su estatus e independencia porque son consideradas, por la creencia hindú, un mal augurio y una maldición. Y en Arabia Saudí donde no pueden conducir y donde para poder trabajar necesitan una autorización masculina. O en Indonesia que se obliga a las estudiantes a someterse a un test de virginidad para poder acceder a la universidad. ¡Y qué decir de Marruecos con los matrimonios infantiles o Africa, donde la ablación de los genitales femeninos sigue siendo una práctica habitual, mortal, por cierto, en muchos de los casos y está penalizada hasta la práctica del deporte!, ¿Sabrá este hombre que en Nigeria la mujer en caso de herencia sólo recibe la mitad y el hombre siempre el doble?, ¿O que en los civilizados EEUU, en el estado de Arkansas, el hombre puede pegar a su esposa, eso sí, solo una vez al mes? Pues no sé si lo sabrá, apostaría a que no. Y es que independientemente de ser hombre o mujer, la ignorancia y el desentendimiento hace mucho daño.
Y con este panorama nos encontramos también hace dos días con el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde se nos revela que en España la mujer cobra un 17% menos que el hombre en su salario, cuando por otra parte está un 2% más preparada que este y debiera por tanto cobrar un 2% más. Pero eso no es todo, las mujeres con hijos en España cobran un 5% menos que el resto de las trabajadoras. Es decir, si ser mujer no es fácil, ser mujer y madre es toda una heroicidad, o un castigo. Pero sucederá poco o nada, el informe pasará y ellos, una vez más y, sobre todo ahora, con tanta precampaña, se seguirán llenando la boca con la igualdad y la conciliación de la vida laboral y familiar.
Por eso es tarea de todos y todas sensibilizarnos y actuar, contestando, por ejemplo y para empezar, a todo aquel que ya sea desde el desconocimiento o la comodidad de su posición -me da igual, el mismo daño hacen- cuestione por qué debemos seguir celebrando el día de la mujer trabajadora o por qué debemos seguir luchando desde la pequeña trinchera de cada uno y de cada una por la igualdad real entre hombres y mujeres.
Hay tanto por hacer y conseguir.¡Igualdad ya!
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