Hoy retomo el camino, la inquietud y el esfuerzo de escribir...
Amenazo, vuelvo a escribir en éste, mi blog, como una Reina Tuerta en un mundo de ciegos.

martes, 20 de enero de 2015

Cabreo "Acto segundo"

   Dicen que todo en la vida es empezar, que todo es como el rascar, que cuando empiezas ya no puedes parar, o como el estornudar, bueno, ese ejemplo dadas las circunstancias mejor lo olvidamos. Pero es cierto, al menos con el cabreo, porque una vez que reconoces que estas cabreada por algo, puf, malo malo. Algo en ti se desencadena, tipo efecto dominó, y se va abriendo esa caja de Pandora, que tan bien cerradita tenías por el bien de la humanidad y de tu propio pellejo, y escondida, y guardada, y enterrada bajo años de falsos o no tan falsos mensajes positivos, de falsas o no tan falsas convicciones, de sabios o no tan sabios consejos, pero a los que tú te aferraste uno y otro día para cerrar con todas tus fuerzas y lanzarla al fondo de donde sea que te llegara.

   Pero un día te atreves y, pum, declaras tu cabreo por algo, puede que incluso sea por algo de lo más tonto, da igual, pero verbalizas tu cabreo, gritas tu cabreo, y algo en ti te dice, te asegura, te da la certeza de que es sólo la punta del iceberg. Siempre me ha encantado esa metáfora, la punta del iceberg, es tan visual, tan vale más una imagen que mil palabras. La punta del iceberg.

   Hace unos días escribía sobre un cabreo, un cabreo concreto, que incluso me ayudó a soltarlo, a vomitarlo y a ayudarme así a normalizar la situación, mi espero temporal situación. Pero al día siguiente me dí cuenta de que sí, de que es cierto, de que todo es empezar, que cabrearse es también todo empezar. Cuando te permites, que ahí está la clave, cabrearte, todo es empezar. Cuando te atreves a mirar para tus entrañas, cuando eres tan valiente como para escarbar entre tus vísceras y cuando tu cuerpo te entrega la famosa cajita. Tan inocente, tan pequeñita, tan letal. 

   Y ahora viene cuando te preguntas qué haces con ella, con todo ese supuesto cabreo encerrado, cabreo que sospechas salpicará a todo y a todos. Pero, ah, ya tienes esa certeza, la certeza de tener esa mierda encerrada y ya, maldita sea, tienes una certeza más en la vida, como si no fueran suficiente las demás, o, a lo mejor forma parte de ellas, no lo sé. Y no lo sé porque no me atrevo a abrirla. 

   Permitirse, atreverse, ser valiente. ¿Va de eso? ¿En serio? Todos tenemos esa cajita enterrada, algunos harán como el que no sabe de qué estamos hablando, otros ni siquiera sabrán que la tienen y otros saben que ni locos la abrirían. ¿Para qué? Imagino que se preguntarán. 

   Pero para mí es tarde, no me valen ni las preguntas ni las respuestas, ni las de ahora ni la de todos estos años que me han convencido que era mejor no gritarlas. Por aquello de que es mejor no remover la mierda. Pero ya es tarde. Y ya es tarde porque el grito me ahoga, la martilleante certeza me ahoga y el cabreo no nacido me ahoga. Y estaré loca, o lorca, pero quiero pintar las paredes con mis cabreos, verlos todos como en una exposición, pasearme por la casa con las manos llenas de pintura y sangre, y verlos uno a uno, con sus tonalidades y sus texturas, con sus rojos y sus naranjas, con sus mierdas y sus luces, gritarles, escupirles, besarlos, odiarlos, amarlos y... de una vez, olvidarlos.

    Ya es tarde. 

   Ya es tarde. Señoras y señores, se ha abierto, la he abierto. La lista es larga, muy larga, muy muy larga. Por pudor ajeno, no por el mío, y por todos los que estáis salpicados me guardo la lista que sí voy a hacer, que sí voy a pintar. Quien se atreva a ver mi exposición que venga, pero, por favor, que traiga pintura, porque creo que no me va a alcanzar.

    Y, ah, una vez más no preocuparos, creo que una manita de pintura de vez en cuando nos viene bien a todos.
    Pero, eso sí, mientras tanto..... ¡OJO, QUE PINTO!  Y quien avisa...


4 comentarios:

  1. Una vez más me sorprendes por lo profunda y certera de tu reflexión. Un abrazo.

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  2. Tu pinta y comita lo que quieras, porque tú lo vales! Y si necesitas un brochazo...yo estudie bellas artes😝

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  3. en estas fechas donde la debilidad es asociada a la fragilidad, que no es lo mismo (todos podemos ser frágiles en un momento determinado, débiles es la percepción que tú tienes, por lo general, de ti mismo), parece que si te expresas cabreada ya tendrás a miles de almas caritativas que te dirán aquello de "tienes que ser positiva" "cabreando no conseguirás nada"... "¡Sé como yo!", ¡¡jerjer!! Y no hay nada más liberador que cabrearse y decir lo que te salga del tornillo. Creo q debería hacerme más caso por cierto jeje.

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