Hoy retomo el camino, la inquietud y el esfuerzo de escribir...
Amenazo, vuelvo a escribir en éste, mi blog, como una Reina Tuerta en un mundo de ciegos.

martes, 16 de noviembre de 2010

Anna Karénina

Este sábado se cumplen cien años de la muerte del gran maestro del realismo ruso León Tolstói. Sabía que la fecha rondaba por este mes pero hasta hoy no he sabido que fue un veinte de noviembre. Casualidades de la vida, esto nos viene a confirmar que cada día nacen y mueren gente de "cien mil raleas". Pero bueno, ése es otro tema.

Анна Каренина, su título original, fue  publicada por primera vez en 1877 y es considerada una de las obras maestras de la Literatura Universal de todos los tiempos. Y aunque soy filóloga debo confesar que hasta este verano no me la he leído.
Todo empezó a principios de verano cuando mi compañera del colegio y amiga, Aurora ,me la aconsejó fervorosamente, bueno, los que la conocéis sabéis que no sería capaz de hacerlo de otro modo. Me contó que había hecho un curso sobre el adulterio femenino en la literatura, no me digáis que no suena interesante, como todo en ella, y que sus tres grandes representantes eran La Regenta, de Clarín, Madame Bouvary, de Floubert y, por supuesto, Anna Karénina, de Tolstói.
Afortunadamente le hice caso y ha sido, bueno, han sido sus dos volúmenes mis grandes compañeros este verano. Quedé fascinada. Y es que quién sería capaz de no enamorarse de una novela que empieza así:
"Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su modo".
La novela cuenta de manera entrelazada la historia de amor y desamor de cuatro mujeres bajo el escenario de la sociedad pacata rusa del s. XIX. Ana, personaje sobre el que gira la obra, es una mujer casada que se deja arrastrar por una pasión, o por un amor, aún no lo sé bien, porque se mezclan demasiados sentimientos en ella. Es una constante en toda la literatura, me recuerda tanto a la novia de Lorca en Bodas de Sangre, cuando le dice a la que iba a ser su suegra que ella no quería, que la arrastraron miles de pájaros, que sintió como la cabezada de un mulo. Y es que quién no ha huido alguna vez, como diría Neruda,  de los consejos sensatos y se ha dejado llevar por una pasión. Espero que todos alguna vez.
Todos los personajes, incluso su marido, terminan compadeciéndose de ella. Y es que quizás en ella la palabra pasión adquiera ese significado griego de sufrimiento, de dolor. Mira, por donde, ahora sí me sale la filóloga que llevo dentro. Éstas son las palabras de la que un día fue su rival:
 "Y criticar a Ana, pensó después. ¿Y por qué? ¿Soy yo mejor? Por lo menos, tengo un marido al cual amo - No como quisiera yo, pero le amo. Mientras que Ana nunca amó al suyo. ¿Qué culpa tiene ella? Ella quiere vivir. Dios nos ha impreso este deseo en el alma. Es muy posible que yo hubiese hecho lo mismo".
Todos los que leamos la novela también pensaremos que hubiesemos hecho lo mismo, pero qué ocurre cuando Ana Karenina es otra, cuando es otra u otro el que comete la "locura", cuando esa decisión afecta a tu vida y no al personaje de un libro, cuando eres tú el que te quedas con la cara de "ahí te quedas". Estoy segura de que no seríamos tan benevolentes, ni tan modernos y que sólo mostraríamos cierta compasión si adivináramos en el hecho mismo cierto sufrimiento. Tal vez entonces comprenderíamos que no es cuestión de siglos y que tan natural como la pasión es el despecho y el rencor.
Como veis, me apasiona el tema, nunca mejor dicho, así que espero vuestros comentarios y, sobre todo, haber conseguido animaros a su lectura. 
Supone toda una  lección de amor a las palabras y al noble arte de escribir. Lectura imprescindible hoy día para sobrevivir a tanta falta de belleza y humanidad.
Ánimo.

2 comentarios:

  1. Me encanta. No sé cómo tienes tanta energía y tiempo para escribir tanto y tan bien. Desde luego debe ser muy gratificante y esclarecedor decirlo todo. Muy bien por ti.
    Un beso, linda. Aurora

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  2. suena mucho más que estimulante... me encantas y lo sabes...
    saberse cerca de la posibilidad de un encuentro que nos demuestre que todavía seguimos vivas, que somos visibles, se convierte en una tentación que va más allá que aquellas del desierto, no crees?
    Besos

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