Hoy retomo el camino, la inquietud y el esfuerzo de escribir...
Amenazo, vuelvo a escribir en éste, mi blog, como una Reina Tuerta en un mundo de ciegos.

martes, 2 de noviembre de 2010

Ya no quiero ser Carrie Bradshaw

No, ya no quiero ser Carrie Bradshow. Lo siento Marichu, lo siento Ana, lo siento Yolanda, lo siento amigas todas. No sé cómo ha podido ocurrirme a mí y en una edad tan tonta, pero ha ocurrido. Y no a cualquier hora sino hoy y a las siete de la mañana. Os cuento. Confieso que tengo en el baño, justo al lado del espejo, un cuadro con una foto de Carrie. Es idílica, sale por supuesto monísima, con una camisa imposible, en un Paris que se me resiste y con una torre Eiffel a la espalda aún más hermosa si cabe que en la realidad.  Para mi descargo debo decir que tengo un baño temático sobre Paris y que la foto encaja a la perfección. Bueno, quizás para algunos, incluso para algunas, el delito sea aún mayor. Y me vuelvo a explicar. Hoy, de madrugada, vamos a las 7:00, como si lo fuera, mientras me ponía medio dormida mi crema superhidratante de factor 50 antisol, antifrío, antiviento y antiarrugas, lo vi claro. Ya no quiero ser ni Carrie, ni como Carrie.
Y no es que haya invertido demasiadas energías en conseguirlo, pero sí en soñarlo. Y os preguntaréis qué era lo que me atraía de este personaje. Pues no era, o no sólo, su parte glamourosa, con esos rizos tan perfectos que nunca se le venían a la cara, ni su maquillaje impecable, ni su armario digno de envidiar, por no mencionar sus imposibles Manolos Blahnik de tacón de vertigo. Ni tan siquiera, lo cual es admirable cuando menos imposible, que pudiera mantener ese nivel de vida escribiendo tan sólo un artículo semanal para su columna. No, era algo que creo hasta hoy no he alcanzado a comprender.
Carrie siempre ha representado a esa típica treintañera media americana, trabajadora, independiente, estilosa, liberada moral y sexualmente y muy preocupada por su apariencia física. Y ésa no soy yo, aunque encuentre en ella cosas que me definan. Si cumplir años, en este caso cuarenta y uno, cuatro menos que ella, que puesto ya a contar, lo contamos todo, no nos da para quitarnos etiquetas, pues apaga y vámonos.
Me he pasado horas y horas, y he visto y revisto los mismos capítulos una y otra vez, y en todos ellos envidiaba dos cosas. Por un lado, la amistad, el significado tan alto de la amistad que había en esas reuniones de media tarde en torno a un cosmopolitan, y, por otro, la vida llena de opciones que parecía tener Carrie. Todo parecía estar a su alcance. Todo parecía ser posible. Pero no todo era tan cierto. Me he pasado años buscando ese tipo de amistad sin darme cuenta que ya tenía las mías propias, eso sí, menos perfectas y quizás menos accesibles, pero que han estado siempre en los momentos en los que las he necesitado sin atreverse a juzgarme, sin dejar de quererme cuando les fallaba, que ha sido muy a menudo. Y en cuanto a las posibilidades, eso también me lo han enseñado los años. Tengo cuantas posibilidades deseo y eligo tener. Y ya no me obsesiono, como hace años, con lo que dejo de elegir, con lo que dejo de vivir.
Vivimos en una época en la que estamos continuamente y literalmente "etiquetándonos". Así que supongo que es buen momento de liberarnos de algunas de ellas. Mi hermano lleva toda la vida diciéndome que me prefiere a mí antes que a la canija de Sexo en Nueva York, así que igual es tiempo de hacerle caso en esto y en alguna que otra cosilla.
Ya tengo mi propio glamour, ya tengo a mis amigas, bueno aún mejor, a mis amigas y a mis amigos, ya tengo a un Mister Little que en ningún momento dudó de nuestro amor y, sobre todo, ya me tengo a mí, que no me costó poco. Así que dejaré a Carrie en un Paris donde tampoco fue amada, con sus geranios rojos y su torre Eiffel, donde la veré cada mañana y la saludaré como se saluda a una vieja amiga, a ese sueño que apenas recuerdas al despertar.
Bye, bye, Carrie.



Susodicha  foto




8 comentarios:

  1. Hasta hoy, no tenía ni idea de quien era la tal Carrie... y que me perdonen las fans, y la ex-fans que nos trae a todo esto...
    Momentos como el tuyo mismo, y que otros llegamos a bautizar con otros nombres, vease: Friends, Compañeros, Verano Azul... y otras tantas series y películas de culto Freak, nos hicieron crecer y madurar descubriendo lo que ante nuestros ojos ya se mostraba, aunque no de modo evidente: para eso, ya tengo a mis amigos... Virgencita del Carmen, que me quede como estoy.
    No conocia a Carrie, ni falta que me ha hecho. Nunca he probado un Cosmopolitan, pero probaría antes una ortiguillas con una Cruzcampo bien tirá. No conozco NY, ni sé cómo es el sexo allí... pero ve a París, y hazte una foto delante de la torre Eiffel, vuelve a casa y colócala encima de la que ahora tienes en el espejo, y después piensa: "Debo hacer más caso a mi hermano"

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  2. Pues no sabes cómo me alegro. Me daban un poco de grima las cuatro "amiguitas". La vida es más real de lo que parece, y más imperfecta. Pero mucho más divertida. Besos

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  3. Hola, Harry Potter, me gustaría saber quién eres y seguirte en tu blog.
    Y por cierto la ortiguillas están buenísimas con una copita de manzanilla y si encima te las comes en Cádiz, mejor te sabrán.
    Saluditos.

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  4. Mi querida amiga Ana López ha tenido problemillas para dejarme su comentario, así que remito lo que me ha mandado:

    "Yo nunca llegué a sucumbir a los encantos de Carrie Bradshaw, porque el verano que me tragé las cuatro o cinco series completas del tirón, tuve la mala fortuna de ver a la actriz en una entrevista atroz que destruyó el mito del personaje en un segundo.

    La verdad es que tengo pocos ídolos de la pantalla hoy en día. Pocos ídolos, punto. El ajetreo de la realidad adulta apenas si deja sitio para eso; ideales e ídolos suena a cosa de juventud. Pero en fin, de vez en cuando aún me permito perseguir a alguno. Dominic West, el actor de The Wire, es uno de los que me tiene fascinada y a los que voy a admirar cada vez que está por los escenarios de Londres. El personaje de la serie y el actor son ambos irresistibles. Si no has visto The Wire te la recomiendo encarecidamente. No es fácil, pero merece la pena el esfuerzo.

    Mi última obsesión es Don Draper. Míralo aquí recitando un poema de Frank O'Hara, maravilla de la poesía americana contemporanéa, http://www.youtube.com/watch?v=9XKN0iZG_4s Y si es inspiración femenina lo que buscas, en la serie de Mad Men tienes a punta pala, un buen recordatorio de hasta dónde hemos llegado las mujeres en tan poco tiempo. Este árticulo del Washington Post lo explica de maravilla http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/10/08/AR2010100802662.html "

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  5. Pues yo sí, ahora más que nunca.
    Ahora que estoy rodeada de la más absoluta vulgaridad representada en mujeres en la “cuarentena” (ahora se llama así, parecemos acabadas de parir) vestidas de los 80, con el pelo a lo afro y los michelines a flor de piel.
    Ahora que el glamour se equipara al vacío, a lo ciudadano, a esconder tras una copa de vino el miedo a los propios pensamientos, a la ingenuidad de mentes atrofiadas y distraídas que nunca supieron admirar lo distinto.
    Ahora que por fin estoy a punto de parir a la escritora que llevo dentro (si no pare una china por mí, que eso también está a punto).
    Ahora que tengo un horario nocturno y dedico las mañanas soleadas al “shopping”, el “peeling” y el “patch”.
    Ahora necesito más que nunca el referente de Carrie, ahora…que sigo siendo la misma rubia canija de siempre…
    Cuando estoy a punto de alcanzar la elegancia del erizo.

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  6. Hombre, no me compares la elegancia del erizo con la triste Carrie, que hasta el nombre lo tiene de película de miedo. Yo creo que no nos hacen falta referentes, nunca nos lo hicieron, aunque creíamos que sí. Cada uno es lo que es, no hay más. Lo divertido es aceptarlo. También la vulgaridad tiene su encanto.

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  7. Pues que quieres que te diga: que no seas como Parker me tranquiliza y me parece de P.M.
    No compartir con ella su frivolidad, sus superficialidades y su esclavitud femenina hacia el príncipe azul debe ser una liberación.
    Felicidades por tu conclusión.
    Ciao.

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  8. Hola pues yo jamas quise ser Carrie, creo mi unica ligazon con ella fue la moda. Claro que en mi caso tengo que ahorrar dos anhos para comprarme un Louboutin jajaja. No, nunca quise ser Carrie. Amo demasiado mi espacio y si bien tengo amigas fieles, bellas por dentro y fuera, no puedo depender de siempre tener que almorzar o desayunar con ellas. Me gusta verlas pero no por costumbre ni necesidad, sino porque las quiero ver o si realmente me necesitan.No quiero ser Carrie porque cuando me encuentro con mis amigas no me gusta monopolizar la conversacion contando SOLO MIS PROBLEMAS,y que ellas me escuchen como bobas,mis amigas TAMBIEN TIENEN UNA VIDA y amistad es tambien dar. Tampoco quiero ser Carrie porque jamas me casaria con un hombre que me ningunea, no es delicado conmigo,me es infiel,me deja en el altar una vez, yo me quiero mas. Naa ya pase por eso cuando tenia 20 y vaya que me partieron mi corazoncillo con galleta de soda y de hiel. Tampoco quiero ser Carrie porque a los 30 creo saber quien soy, o al menos tener una basica idea y no ando comportandome como quinceanhera.Eso si, celebro su lindo gusto por la moda, aparte que tiene un cuerpo precioso

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