Hoy retomo el camino, la inquietud y el esfuerzo de escribir...
Amenazo, vuelvo a escribir en éste, mi blog, como una Reina Tuerta en un mundo de ciegos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La mirada de Marina

A Marina la he visto sólo un día en mi vida. A Marina la conocí el mismo día en que tuve que despedirme de ella. Marina es la mujer de mi primo Sasha. Marina es la fuerza, es la pasión, es la tierra, es la vida. Nos conocimos este verano en Ucrania, en el que ha sido y será el viaje de mi vida.  Un viaje de ésos de los que tanto había oído hablar, de ésos que te cambian la vida, de ésos en los que corres verdaderas aventuras, de ésos en los que descubres un mundo nuevo y en los que paradojicamente allí en mitad de casi la nada, te descubres a ti.
Marina hablaba sólo ruso. Yo le contestaba en español. Así nos llevamos horas. Y, sin embargo, creo haber entendido todo lo que me dijo. Es increíble cómo la lengua puede no ser un obstáculo cuando realmente se quiere entender al otro, cuando lo que le queremos decir nos sale del corazón, de las entrañas, de lo que somos. Tal vez sea eso que llaman, y suena tan cursi, el lenguaje del corazón. No lo sé.
El día había comenzado con la visita a la tumba de mi abuelo, de la que hablaré otro día, así que los sentimientos ya los llevábamos a flor de piel. Allí en Nicopol, en el campo de mi tía Carmen nos reunimos toda la familia, la española y la ucraniana.
Esta foto está tomada momentos antes de la despedida, cuando yo ya era un mar de lágrimas y ella me decía que tenía que ser fuerte, que la próxima vez iríamos a cantar y que siempre había que sonreir, y muchas más cosas que aún hoy mirando la foto creo estar entendiendo. Sé que este momento congelado, es un tesoro como otros muchos que llevo conmigo. Sería muy injusta, además de una necia, si sólo me quedara con él y con ella, con Marina. La familia es muy grande, son muchos tíos, muchos primos. Es una gran familia. Aún hoy, al recordar, me sobrecoge sus muestras de cariño, sus lecciones de humildad, su inmensa generosidad. Recuerdo haberme pasado todo el camino de vuelta llorando sin encontrar consuelo. Fue entonces, en el coche, cuando mi tío Dimitry me dijo, como adivinando mis pensamientos, que lo más importante en la vida era encontrar a personas con corazón. Y qué razón llevaba. Me parecía tan injusto, tan duro, tan cruel descubrir que esa familia con la que siempre había soñado tener y que, desde hacía ya tiempo, había incluso desistido en pensar, existía y que era la mía, pero que me tenía que despedir de ella. Me sigue pareciendo una broma macabra del destino. Recordarte lo que tanto te ha costado dejar dormido, para luego volver a quedarte sin él.
Sé que un día volveré a Ucrania, a Nicopol,  a ese campo donde bailamos, corrimos, y reímos  como niños. Porque yo sí creo que hay que volver a donde un día se fue feliz, donde las palabras no importaban y las miradas eran las protagonistas.
Gracias, Marina. Gracias a todos, por haberme hecho pensar en tantas cosas, por recordarme lo que realmente importa, por mirar con ojos nuevos a toda la gente que quiero y me rodea, y por, como dice mi amigo Juanjo, haber vuelto "más persona".

2 comentarios:

  1. Final del acto primero, Cyrano y Lebret, éste le reprocha haber tirado el bolsón con toda su fortuna tras haber puesto en su sitio al gordo Monfleury. Ahora no tiene ni con qué comer...
    - Cyrano:
    Toda entera
    mi pensión con él tiré.
    Breve cual la de la flor
    fue su vida. El bien no dura.
    - Lebret:
    ¡Y tirarla, qué locura!
    - Cyrano:
    Pero ¡Qué gesto!

    Echarás de menos lo vivido, te asaltará inmisericorde la melancolía, anhelarás encuentros futuros... pero, amiga mía,
    ¡qué momento!
    :)TQ

    ResponderEliminar
  2. Me gusto mucho, para dos personas con un buen corazon para comunicarse no necesita palabras.

    ResponderEliminar